Es hora de soñar duendes. Nada de viajes, de comidas o de
carreras; tampoco pesadillas: solo duendes. Serán duendes pequeños, de esos que
siempre sonríen, visten de verde y habitan los bosques. Duendes buenos,
simpáticos, alegres. Duendes que tocan instrumentos y cantan canciones
pegadizas.
¿Cómo se hará para elegir los sueños? Tal vez si leo
cuentos de duendes y veo películas y series protagonizadas por ellos durante
todo el día, su visión se prolongue por la noche. Tal vez si duermo abrazada al duende
pelirrojo que compré en Tenerife y está sobre mi cama con sus cascabeles, él me guíe entre las
cortinas del sueño.
Es hora de soñar duendes. Y de dejar de soñarte.
Marita von Saltzen