jueves, 7 de septiembre de 2017

Al fin (Cuento)



Ningún lugar es un lugar más. Por eso el encuentro debe ser allí. Y a solas.
Dos sillones níveos vestidos de largo, con los brazos extendidos uno hacia el otro, listos para el abrazo, pero separados por una mesa cuadrada, exacta en su solo pie. Dos copas sobre la mesa. Detrás, cortinados larguísimos, cubriendo ventanales ausentes. Una lámpara de metal penderá para iluminarlo todo; sin embargo, la luz deberá estar apagada. Bastará con el resplandor tenue del afuera.
Él se sentará frente a vos y te dirá: