El benteveo, bichofeo, pitogüé, pitojuán o
quetubí es uno de los pájaros que identificamos enseguida por su canto, que es
el que le da el nombre (seguramente tiene otros más, según la región). Sin
embargo, muchos no lo reconocen cuando lo ven: la cabeza blanca con su antifaz
negro es lo más llamativo, pero su pancita amarilla también llama la atención.
Su pico negro en forma de gancho y largo como la cabeza, le permite cazar
insectos al vuelo, aunque también los busca en las ramas y en las hojas, y no
desprecia lombrices ni gusanos.
Con ramitas y pajas, construye un nido grande
y redondeado en las horquetas de los árboles, con la entrada por el costado. Es
tan valiente que, para defender su nido y su cría, es capaz de enfrentarse con
grandes aves rapaces.
Hace tiempo, cuando trabajaba en la Reserva Ecológica
de Costanera Sur en Buenos Aires, observé que un carancho se había posado en una torre cerca de un nido de
benteveo en un sauce criollo. Era primavera, así
que seguramente la hembra del pajarito estaba empollando o cuidando a su cría.
El benteveo voló gritando hacia donde estaba el gran rapaz, pero éste ni se
movió. Entonces, fue decidido a un sauce vecino, se posó en una rama y cantó
hasta que se le unió otro benteveo. Juntos fueron a un tercer árbol y allí se
les unió otro pájaro igual. Cuando fueron cinco en el grupo defensivo, volaron
hacia el carancho que, sin dudarlo, se alejó del lugar. Esa actitud solidaria
me asombró tanto que todavía no he olvidado esta anécdota.
Dicen que dicen que cuando el benteveo grita
al mediodía, avisa la llegada de visitas inesperadas. También dicen que anuncia
un embarazo o un nacimiento. Hay quienes creen que si se lo escucha cantar
varios días seguidos, es presagio de
muerte.
Cuenta
una leyenda guaraní, que Akitá y su esposa Mondorí construyeron en la selva una
casita con maderos y hojas de palmera. Allí vivirían con su hijo Sagua-á, de
ocho años, durante el cultivo del algodón. Se unió a ellos el padre de Akitá,
viudo y algo enfermo.
Mientras
los padres iban a trabajar, el abuelo disfrutaba de cuidar a su nieto: juntos
iban a pescar al río Paraná y a recolectar miel de lechiguana y frutos
silvestres en el bosque. Eran buenos compañeros, aunque el abuelo consentía
demasiado a Sagua-á.
Cuando
el anciano ya no tuvo fuerzas para ir al río o al bosque, Sagua-á comenzó a
dejarlo solo a espaldas de sus padres: iba a pescar o a jugar al bosque
mientras el abuelo lo esperaba tejiendo cestos o fabricando flechas y anzuelos,
sentado en un banquito junto a la
cabaña.
Akitá y
Mondorí confiaban en que su hijo cuidaba al abuelo, pero un día descubrieron
que el viejito no había comido en todo el día porque nadie le había alcanzado
el alimento.
Sin
embargo, Sagua-á, egoísta e ingrato, recibió con disgusto los retos de su
padre. Su ceño fruncido le mostró claramente a su mamá que no debía arriesgarse
más a dejarlo al cuidado del abuelo que ya no podía levantarse solo de su
hamaca.
Mondorí
se quedó en la cabaña varios días. Cuando llegó el tiempo de la cosecha, su
trabajo en el algodonal era imprescindible, así que despertó a su hijo bien
temprano. Ese día, cuidaría de su abuelo.
—¡Es
muy temprano! —se quejó Sagua-á— ¡No quiero cuidar al abuelo, quiero ir a
pescar!
Como no
le quedó más remedio que obedecer, se dedicó todo el día a arreglar sus útiles
del pesca y se olvidó por completo del viejo. Ni siquiera hizo caso de sus
llamados, que apenas escuchaba con disgusto.
Por
fin, decidió ir a ver qué necesitaba el anciano con tanta insistencia:
—Tengo
mucha sed, Sagua-á. Por favor, dame un poco de agua.
—¿Qué
te pasa? ¿Tu vida se apaga como un cachimbo? —se burló Sagua-á y le hizo gracia
la comparación que se le había ocurrido.
—Sí,
como un pito güé se apaga… Dame agua, por favor…
—Pito
güé… Pito güé… —repetía el niño mientras reía a carcajadas.
Vencido
por la sed, el pobre viejo murió. Y al mismo tiempo, el cuerpo de Sagua-á se
transformó: se achicó, se cubrió de plumas de color pardo y amarillo, su cabeza
se hizo pequeña y alargada. Convertido en benteveo, seguía gritando:
—Pito
güé… Pito güé…
Hola, gracias por escribir esta leyenda y la anécdota de arriba. Esto me ha servido para una tarea de la escuela :)
ResponderEliminarMuy buena la información y leyenda. Seguro que en algún momento la cuento
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