Sonó el timbre. ¡Qué alegría! Desde que estoy en cuarentena sola en casa, nadie puede venir a visitarme. Son los moldes de silicona para repostería que compré. Últimamente estoy haciendo un postre tras otro y lo peor es que los como yo sola.
Abro la puerta y
le aviso al muchacho que enseguida voy. Entro, me pongo el tapabocas (el de
flores, el más bonito de los diez que me hice), y atravieso el patio hasta la
reja.