Cómo elegir un buen
título para tu cuento
A veces lo que surge primero es el título y a partir de él se
desarrolla la idea. Pero esto no es lo habitual, no. Generalmente, una vez
terminado y revisado el cuento, nos preguntamos qué título le vendría bien.
Cuando no se presenta espontáneamente, nos vemos obligados a
recurrir a algún método para crearlo.
Tenemos siempre que tener en cuenta que el título:
- Debe resultar lo suficientemente atractivo como para incitar a la lectura del cuento.
- No debe adelantar el final de la historia.
- No debe forzar al lector a la interpretación de la historia.
- No debe copiar un título existente y famoso.
Algunas ideas para generarlo:
- Buscar en el texto una palabra clave.
- Buscar una frase importante y acortarla si es necesario.
- Pensar en el sentimiento que muestra o que despierta la historia.
- Pensar en la esencia del texto: el tema, las relaciones entre los personajes.
- Buscar un objeto, dentro o fuera del texto, que se pueda comparar con la esencia de la historia.
- Pensar en el lugar en el que se desarrolla la historia (si es relevante, claro) como para elegir Sucedió en…
- Buscar un refrán que tenga que ver con la historia, pero que no devele el final.
- Buscar una frase hecha que resuma la historia, por ej. Con el corazón en la boca, Peligro de gol, A sangre fría, etc.
Un
buen título puede ser una sola palabra, ya sea sustantivo, adjetivo, verbo o
adverbio (Metamorfosis, de Franz Kafka;
Distraerse, de Henri Michaux), un
sustantivo con artículo (El mundo, de
Eduardo Galeano), dos sustantivos con una preposición con o sin artículos (Viejo
con árbol, de Roberto Fontanarrosa; La
mirada del puma, de Julio César Castro), un sustantivo con un adjetivo (Casa tomada, de Julio Cortázar), una
preposición para comenzar (Entre dos
fuegos de Laura Esquivel), una frase (Te
recuerdo como eras el último otoño, de Bernardo Jobson; Diles a las mujeres que nos vamos, de
Raymond Carver).
Algunos
títulos son tan provocativos como agresivos, pero indudablemente llevan a leer
el texto. Un ejemplo claro es “Puto el
que lee esto”, de Roberto Fontanarrosa.
Muchos
escritores toman títulos ya existentes y cambian en ellos una palabra o alguna
parte de ellos: Cuentos de amor, de
locura y de suerte, parafraseando Cuentos de amor, de locura y de muerte, de Horacio Quiroga. Aunque
este método no es el más creativo, me parece.
Finalmente,
ante la duda, es un buen recurso hacer una lista con todo lo que se nos ocurra,
casi sin pensar, para después elegir alguno de los que hemos escrito. Y, si
ninguno nos gusta, el tiempo siempre lo resuelve todo: dejémoslo así, sin
título, por unos días. Dormirá anónimo, pero cuando lo despertemos y lo releamos,
seguramente el título aparecerá solo, como por arte de magia.
Marita von Saltzen
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me gustaría conocer tu opinión