El
diálogo, en una narración, reproduce en forma directa las palabras que se
cruzan dos o más interlocutores. Fue introducido a principios del siglo VII por
Cervantes, en El Quijote. En estilo directo, es la base del género dramático
(recurso propio del teatro), pero le dio ritmo a la novela y, a partir de
entonces, se convirtió en un recurso fundamental para lograr un equilibrio
rítmico.
En
el dinamismo de la acción, podría decirse que el diálogo es estático, pero, sin
embargo, implica la agilidad del intercambio entre los interlocutores. Le
brinda vitalidad al texto: los personajes actúan por sí mismos para convencer
al lector de su autenticidad, aunque se trate de criaturas ficticias.
Para
incluir diálogos en una narración, hay que tener en cuenta que:
Ø
el
diálogo presenta en vivo una acción pasada, en boca de los personajes. Así, la
acción avanza, pero también retrocede;
Ø
debe
quedar claro qué personaje habla en cada momento;
Ø
el
lenguaje de cada personaje debe revelar sus características: su forma de ser,
su educación, su nivel socio-cultural, su manera de actuar;
Ø
el
diálogo agrega el color local con las diferentes voces (ambientación);
Ø
se
debe respetar la espontaneidad de los interlocutores: como si fuera oral, puede
tener interrupciones, frases entrecortadas, signos expresivos;
Ø
debe
servir para sintetizar la acción y no para alargarla inútilmente.
Diálogo directo:
Reproduce
literalmente la conversación de los personajes. El narrador se hace a un lado
(a veces, presenta el diálogo) y los personajes toman la palabra, pasan a
primer plano.
Se
acercan al lector las mismas palabras y entonaciones (interrogaciones,
interjecciones, exclamaciones, apelaciones) de la conversación. Para ello, se
usan recursos como:
·
La
raya (—) para indicar que habla un personaje:
—No es
bueno que un hombre se enamore de una sirena.
·
La raya o los paréntesis para introducir
aclaraciones dentro del diálogo:
—No pienso —me contestó—; veo. Veo lo que sueño.
·
Los
signos de interrogación y de admiración:
—¿Monigotes? ¿Cómo los que dibujan los
chicos?
Diálogo indirecto:
Un
narrador nos cuenta la conversación mantenida entre los interlocutores. El
narrador asume el primer plano y su discurso contiene las palabras de los
personajes.
Se
utilizan los siguientes recursos:
·
Oraciones
unidas mediante verbos y enlaces:
Me dijo que bajara a la
tierra; que yo necesito continuar la búsqueda.
·
Formas
verbales en tiempos distintos a los de la conversación:
Le había prometido que si alguna vez ella
quería visitar a su familia, él personalmente
la llevaría y la traería de vuelta.
Monólogo interior:
El
personaje habla solo, a veces consigo mismo, a veces con un interlocutor
imaginario, pero no hay nadie que le responda. El monólogo interior presenta el
callado discurrir del personaje. Se reproducen en él las motivaciones
psicológicas profundas, desordenadas, incoherentes, caóticas.
Hay
dos clases de monólogos interiores:
·
el
narrado, en el que el narrador habla en tercera persona y se expresa el
personaje sin modificar el tiempo de verbo ni la persona gramatical:
Y ahora quería venir la abuela. ¿Qué
le iba a decir? La verdad: que es un
trabajo honesto… que todos la quieren mucho, sobre todo el Ruben. ¿Sobre todo él? ¿La quiere de veras él?
·
El
indirecto, en el que el personaje habla en primera persona y el narrador se
oculta:
La
chica entró a la oficina y ahí estaba el jefe que me mira y con esos ojos que
tiene me va a matar de un infarto aunque no sé si le gusto o no y si le gusto
por qué no me lo dice de una buena vez.
Este último tipo de
monólogo, nacido en el siglo XX, no tiene ya la estructura de la lengua
gramatical. Es lo que se llama fluir de
la conciencia. Se caracteriza porque en él no se explicitan las
características psíquicas ni el estado de ánimo de los personajes, sino que se
reproducen las motivaciones psicológicas profundas, desordenadas, incoherentes.
Son asociaciones libres, sin coherencia sintáctica; no hay signos de
puntuación, ni de entonación, ni mayúsculas, ni espacios en blanco.
Es
importante, antes de escribir o narrar un diálogo dentro de un texto, saber que
una frase poco lograda o un error de dicción pueden pasar inadvertidos o se
perdonados, pero un diálogo mal escrito o mal dicho, hace “mucho ruido”, hace
poco creíble a todo el texto y puede llegar a hacerlo fracasar completamente.
Algunos
detalles, a la hora de escribir:
Ø
Para
lograr el guion medio largo, propio del diálogo (como el que se ve en los
libros), basta con apretar Control + Alt + signo menos del teclado numérico. Y
entonces en lugar de:
-Te
lo dije.
Se
ve:
—Te
lo dije.
Ø
Las
aclaraciones se ponen entre guiones, y éstos van pegados a la aclaración y no
al texto del diálogo:
—Así
son las cosas —dijo el rey— y no
debes molestarte.
Ø
Cuando
hay una aclaración, el signo de puntuación de la frase anterior va después del
guión que cierra la aclaración:
—Así son las cosas
—dijo el rey—. Es mejor no
discutir.
—Así son las cosas —dijo el rey—: siempre sorprendentes.
—Así
son las cosas —dijo el rey—; no podemos cambiarlas.
—Así
son las cosas —dijo el rey—, los hechos y sus consecuencias.
Ø
Cuando la aclaración va al final de
una oración, no se pone el guión final, sino solamente el punto:
—Así
son las cosas —dijo el rey.
ASÍ SON LAS COSAS.
Marita
von Saltzen
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