Las voces en la Literatura
Generalmente, parece
más objetiva la tercera persona y es la que más se usa. En ese caso, el
escritor es omnisciente o casi omnisciente: sabe más o tanto como los
personajes; sabe todo lo que sucede y va
a suceder; conoce a sus personajes física y psicológicamente. Nada es
inesperado para él. Y los lectores sólo saben de la historia y de los
personajes lo que el narrador les cuenta.
Así, poco a poco, sin dibujo, un jardín fue apareciendo en el bastidor.
Obedecía a sus manos, obedecía a su propia voluntad, y surgía como si en el
rocío de la noche se hiciese la germinación.
Cada mañana, la niña corría hacia el bastidor, miraba, sonreía y crecía un pájaro más, una abeja, un grillo
escondido atrás de un retoño.
Marina Colasanti
Cuando el texto está
en primera persona, el narrador escritor es el protagonista o uno de los
protagonistas; es testigo de la historia y la narra desde su percepción y
experiencia.
Existe un hombre que tiene la costumbre de pegarme
con un paraguas en la cabeza. Justamente hoy se cumplen cinco años desde el día
en que empezó a pegarme con el paraguas en la cabeza. En los primeros tiempos
no podía soportarlo; ahora estoy habituado.
Fernando Sorrentino
Con la segunda
persona, aparece alguien a quien el narrador se dirige: un
interlocutor. Puede ser en forma oral:
le habla como si estuviera frente a él o le escribe. Es así que el clásico
texto en segunda persona es la carta. En realidad, salvo en el género
epistolar, es la voz menos usada.
Te asomaste por la ventana y te quedaste un rato así, parado, los ojos
atornillados en el afuera, los dedos repiqueteando contra el vidrio. Llovía.
Viste una rana en el balcón, entre dos macetas. Trenzaba una bandera de plumas
y hojas blandas. Silbaba, y a vos eso te dio bronca. Las ranas no silban.
Flor Baliña
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