La cautiva - Malena Berrueta |
El capitán descubrió a la cautiva acurrucada en
un rincón de la ruca, entre las indias. Todas temblaban como ella,
aterrorizadas por el ataque blanco que destruía la toldería y mataba a sus
hombres.
El
español la miró, intrigado y curioso, buscando identificar en su memoria
aquella cara que, a duras penas, reconocía.
–¿Cómo
es tu nombre? –preguntó.
–Likan
–contestó la mujer.
–Y eso
¿qué significa?
–Piedra
de luz.
Ella
trataba de esquivar aquella mirada inquisidora. Cuando dijo su nombre, recordó
sus primeros tiempos entre los ranqueles, cuando se animaba a la rebeldía y
luchaba con furia por escapar de las manos sedientas que querían beber su
trofeo. Sus ojos centelleaban en aquel entonces y fueron esas chispas las que
sugirieron el nombre: likan, pedernal, la piedra de la machi dentro del tambor
ritual, la piedra fuego, sol, luz.