Nació en Nueva Orleans, Luisiana, EE UU, en 1925. Sirvió en la Marina estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Fue Licenciado en Literatura y Filosofía y trabajó como redactor publicitario. Escribió novelas de tipo western y, posteriormente, con el declive de este género, comenzó con obras de misterio y guiones cinematográficos. Su estilo ameno basado en el realismo sucio y el diálogo obtuvo un gran éxito. La industria cinematográfica ha producido múltiples películas basadas en sus obras, tales como Get Shorty (Cómo conquistar Hollywood), y Jackie Brown. Falleció en Michigan en 2013.
I Nunca empiece un libro hablando del tiempo para dar ambiente, aunque sí puede hacerlo si quiere mostrar la reacción de su personaje ante ese tiempo.
II
Evite los prólogos. En una novela, el prólogo se usa para hablar
sobre la historia de fondo de los personajes. Y esa información la puede
deslizar también en cualquier otro punto de la historia.
III
Nunca use otro verbo que no sea "dijo" para acotar el
diálogo. El diálogo pertenece a los personajes y las acotaciones son el
lugar en el que el autor mete su nariz para que el lector sepa quién está
hablando. El autor debería ser lo menos intruso posible.
IV
Nunca use un adverbio para modificar ese verbo "dijo".
Es un pecado mortal. Al utilizar esos adverbios, el escritor se expone por
encima de sus personajes, distrayendo al lector e interrumpiendo el ritmo
del diálogo.
V
¡No se exceda con los signos de exclamación! Para darle una
idea, imagine que no se le permiten más de dos o tres exclamaciones por
cada 100.000 palabras de prosa.
VI
Nunca use expresiones como "de repente". Esta regla no
necesita mayor explicación. He comprobado que los autores que más usan
este tipo de expresiones son también los más generosos con sus signos de
exclamación.
VI
Utilice los dialectos regionales lo menos posible. Una vez que
empiece a transcribir fonéticamente esos dialectos, no será capaz de
parar. Así que lo mejor será no tomar ese camino.
VIII
Evite las descripciones detalladas de los personajes.
IX
Lo mismo es también aplicable a los lugares y a los objetos, a
no ser que Ud. sea Margaret Atwood y sea capaz de pintar con el lenguaje.
X
No escriba las partes que los lectores se suelen saltar. Piense
en qué es lo que Ud. suele saltar en una novela y no malgaste su tiempo
(ni el de su lector) en escribir esos trozos.
FRAGMENTO DE YIBUTI
"James quedó en libertad al cabo de tres años menos dos
meses: el mismo día y a la misma hora en que volaron las Torres Gemelas, el
11-S. Y, una vez más, dijo: «Ha sido Alá». Esta vez estaba convencido de que
era una señal de Dios. Un regalo que le hacía Alá.
Alá le dijo que se fuera de Florida. Que cogiera un avión a
Egipto con su nuevo pasaporte a nombre de James Russell válido para diez años.
Tuvo que hacer tres escalas desde Miami hasta Sharm el-Sheij, en la punta de la
península del Sinaí, y allí subió a un barco que lo llevó por el mar Rojo hasta
Yibuti. En cuanto se familiarizó con el mundo árabe y con el idioma, utilizó
las cartas de presentación que habían escrito sus compañeros de la cárcel para
ponerse en contacto con los yihadistas. Se hacía llamar Jama Raisuli, aunque
empezaron a llamarlo Jama al Amriki.
En Yibuti conoció a otro Amriki, Assam el americano, acusado de
traición en su país natal, un judío convertido al islam que difundía amenazas y
prometía atentados que harían correr ríos de sangre por las calles de Estados
Unidos. Assam escribía una mierda de panfletos muy potentes para propagar el
odio a Estados Unidos, pero hablaba el árabe a la perfección, como si lo
hubiera aprendido en el colegio. Jama hablaba un árabe más de la calle. Lo
aceptaron como si fuera africano y él mismo llegó a creerse que lo era. Pero no
se imaginaba volando por los aires al paso de un autobús escolar en Tel Aviv.
Valoraba demasiado su vida. No sabía cómo podría reaccionar si le pidiesen que
se inmolara. Se ocupaba de traducir los discursos de Assam, dándoles un tono
aún más agresivo.
No creía que por ser yihadista fuese más traidor que por vender
hierba o regentar un negocio de alcohol. Se dejó crecer el pelo hasta los
hombros, se puso un turbante y empezó a llevar un kikoi encima de los
pantalones y una Walther P38 en el bolsillo. Pasó por una armería, distrajo al
empleado pidiéndole distintas pistolas y, en un descuido de éste, se metió la
Walther debajo del kikoi y se largó de la tienda. "
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me gustaría conocer tu opinión