Si no van juntos, van separados
Sí: lo que hay que hacer, es pensar en lo que queremos decir.
Si queremos decir sí, que sí quiero, “afirmativo”, diría el vigilante de la esquina… ese “sí” va con acento escrito. Si, en cambio, estamos poniendo condiciones, porque si me das lo que quiero, te doy lo que me pedís… ese “si” va sin tilde.
“Sí, señorita”, le tenía que decir a mi mamá, que era maestra de mi escuela, cuando estábamos en ese ámbito sagrado. Ahí no era mi mamá. Si no le decía “señorita” sino “mami” y no la trataba de usted sino de vos, no me contestaba o me miraba como si viera a una extraña y me preguntaba “¿Me estás hablando a mí?”. Y aprendí a tratarla de usted y a levantar la mano pidiendo permiso para entrar a su aula. Y aprendí de ella todo lo bueno de mi vida y todas estas cosas que cuento en La casa de las palabras.
Sino es lo mismo que destino. Pero también es una conjunción adversativa que tiene usos diferentes:
o Para contraponer dos términos, el primero negativo y el segundo afirmativo que excluye al otro: No quiero tomar un taxi, sino caminar.
o Seguido de un adverbio como “también” o “además”, para agregar un concepto a otro: No solo es hermoso, sino también inteligente.
o Para reemplazar la expresión “más que”: “Los libros son decires escritos, y decir, claro está, no es sino una de las cosas que el hombre hace” (Ortega y Gasset).
“Sino” no debe confundirse con la expresión condicional “si no”, porque es el “si” condicional, más el adverbio “no”: Si no vas a venir, escribime. O sea: En caso de que no vengas, escribime. Otro: Si me querés, decímelo; si no, no te hagas el interesante.
Es todo cuestión de sino.
Si no, ve qué locura:
no es amor, sino ternura
lo que hoy siento por vos.
¿Sí o no?
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