sábado, 11 de junio de 2022

Decálogo de Roddy Doyle

 


Nació en 1958 en Dalkey, Irlanda. Es dramaturgo, novelista y guionista. Varias de sus novelas han sido llevadas al cine. Obtuvo el Premio Booker en 1993 por la novela Paddy Clarke Ha Ha Ha. Sus libros se caracterizan por centrarse en ámbitos y personajes de la clase obrera irlandesa, con comedias entretenidas y rápidas llenas de diálogo y descripciones coloridas. Ha creado un centro de escritura creativa, Fighting Words, que se inauguró en enero de 2009.
I No coloque una fotografía de su autor favorito en el escritorio, sobre todo si el autor es uno de esos famosos que se suicidaron.

II Sea bueno consigo mismo. Llene las páginas lo más rápidamente posible, use doble espacio. Considere cada nueva página como un pequeño triunfo.

III Hasta que llegue a la página 50. Entonces cálmese, y empiece a preocuparse por la calidad. Póngase ansioso: es su trabajo.

IV Dele a la obra un nombre tan pronto como le sea posible. Hágala propia y véala. Dickens sabía que Casa desolada se llamaría Casa desolada antes de empezar a escribirla. El resto debe de haberle sido fácil.

Limite la navegación a unos pocos sitios web al día. No se acerque a los corredores de apuestas en internet, a menos que sea parte de la investigación.

VI Tenga un diccionario de sinónimos, pero en un cobertizo de la parte trasera del jardín o detrás de la heladera, en algún lugar donde le demande un esfuerzo llegar hasta él. Las palabras que le vienen a la mente serán suficientes, por ejemplo, "caballo", "corrió", "dijo".

VII En ocasiones, ceda a la tentación. Lave el piso de la cocina, cuelgue la ropa lavada. Es parte de la investigación.

VIII Cambie de opinión. Las buenas ideas son a menudo asesinadas por otras ideas mejores. Yo estaba trabajando en una novela sobre un grupo llamado las Particiones, luego lo cambié y me decidí a llamarlos los Comprometidos.

IX No buscar en amazon.co.uk el libro que Ud. no ha escrito todavía.

Dedique unos minutos al día de trabajo en la biografía de la solapa: "Divide su tiempo entre Kabul y Tierra del Fuego". Pero luego vuelva al trabajo.


FRAGMENTO DE PADDY CLARKE HA HA HA

Cuando los indios se morían iban al bosque de caza encantado. Los vikingos iban al Valhalla cuando se morían o los mataban. Nosotros íbamos al cielo, a menos que fuéramos al infierno. Uno iba al infierno si al morirse tenía en el alma un pecado mortal, incluso si cuando lo pisaba el camión iba uno camino de la iglesia a confesarse. Antes de entrar al cielo, usualmente había que ir al purgatorio por un tiempito para expiar los pecados, por lo general un par de millones de años. El purgatorio era como un infierno, pero no duraba toda la eternidad.
Hay quienes logran salir, jovencitos.
Había que pagar alrededor de un millón de años en el purgatorio por cada pecado venial, dependiendo del pecado y de si uno lo había cometido antes y había prometido no volver a cometerlo. Mentir a los padres, decir malas palabras, usar el santo nombre de Dios en vano: cada uno de esos era un millón de años.
¡Maldita sea! Un millón.
¡Maldita sea! Dos millones.
¡Maldita sea! Tres millones. ¡Maldita sea! Robar cosas de las tiendas era todavía peor; y robar revistas más grave que robar dulces. Cuatro millones de años por Todofútbol mensual; dos millones por Semanario del fútbol o por Gol. Si uno hacía una confesión completa antecitos de morirse no tenía que ir al purgatorio ni un día; subía derecho al cielo.
Incluso si el tipo había matado un montón de gente.
Así es.
No era justo.

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