Está en carne viva la muerte del hijo
necedad del tiempo.
Él derrama acordes de piano
y cantos
y risas.
Abrazos que ahogan
en sueños de insomnio
búsqueda infecunda
citas ilusorias.
Ya no están
su rostro
su calor
su música.
¿Dónde dormirá su ausencia
joven para siempre?
Su mamá es anhelo
lágrima y vacío
cavidad sangrienta.
Cobijar sus manos
reverberar en sus ojos
inhalar su aliento.
Que el viento la desgrane
como bruma al alba
para ser junto a él.
Marita von Saltzen
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